domingo, 8 de noviembre de 2015

J. A. Marina. De experto a tecnócrata

Los buenos profesores serán los que obtendrán un mayor sueldo y provocarán la exclusión de otros.


El experto
Nadie podrá negar al filósofo y pedagogo José Antonio Marina ser un experto en educación. Ha estudiado diferentes aspectos del problema educativo y se ha implicado en analizar, opinar y proponer en artículos, libros e intervenciones diversas en los medios de comunicación. El conocimiento y la sensatez han inspirado su apuesta por una movilización educativa que ha llegado a seducir a muchos ciudadanos y a profesionales de la educación. Era un experto con experiencia, pues daba clases.

El tecnócrata
Sin embargo, desde hace tiempo ha emitido análisis y propuestas que se corresponden más con un tecnócrata que con un experto. ¿Se habrá olvidado de la experiencia? Basta con recoger los términos empleados por Marina en expresiones orales o escritas para observar que se está ante un "experto" tipo OCDE (no olvidar que es un organización económica) o, lo que es lo mismo, un auténtico tecnócrata del pensamiento único en boga, o sea, del neoliberalismo radical (que hay que empezar a llamar a las cosas por su nombre). Calidad, excelencia, competencia, evaluación de resultados, cliente, programas de mejora... son conceptos típicos del funcionamiento "empresarial" para la obtención del máximo beneficio.

Los datos
En el libro Despertad al diplodocus. Una conspiración educativa para transformar la escuela... Y todo lo demás (nada menos), Marina expone ideas sobre la implicación de la sociedad en el sistema educativo, la formación permanente etc. Pero ya puestos propone, entre otras cosas, una evaluación de todo bicho viviente: alumnos, profesorado, centros, inspectores, directores, administradores de la educación, por parte de "expertos" de "élite". Y todo en función de objetivos/resultados.
En este contexto, la prensa ha destacado que la evaluación externa determine el sueldo del profesorado. "Los profesores buenos no deben cobrar lo mismo que los malos":

Marina pide condicionar el sueldo de los docentes a la evaluación del centro (EL PAÍS 8/11/2015)


Según Marina el sueldo debe relacionarse con el efecto que causa en los alumnos, el trabajo en el aula y con lo que consigue el centro. Además llega a proponer "que sean los propios docentes los que fomenten la exclusión de los malos profesores porque desde fuera es muy difícil de detectar":

“Los profesores deben fomentar que se excluya a los malos docentes” (EL PAÍS 3/11/2015)


El comentario
Ya lo dijo el poeta: "A evaluar, a evaluar, hasta enterrarlos en el mar". No cabe duda de la necesidad de la evaluación de los agentes que intervienen en la educación y, mejor o peor, ya se hace, pero las propuestas de Marina y de otros muchos "superexpertos" actuales se quedan en que todo sea dominado por la medición de resultados cuantificables, como si de un experimento científico clásico se tratara. Y el cientifismo es el primer síntoma de la tecnocracia aparentemente desideologizada que pretende orientar o dirigir la educación a unos fines que no siempre son tan explícitos como sería deseable. Los fines nunca son asépticos. ¿Se quiere preparar a los alumnos para que adquieran competencias en el desarrollo de tareas como trabajadores? ¿Se pretende lograr que el sistema se oriente a la formación de ciudadanos críticos? ¿Se busca la facilidad para la incorporación al MERCADO (laboral)? Habrá quien diga que todos estos fines son deseables, pero siempre hay prioridades, por eso no es fácil el consenso. La ideología impregna la educación, guste o no.

No es de extrañar que el ministro de Educación del actual gobierno le haya encargado el Libro blanco.

Incluso en el caso de aceptar que moralmente no sea cuestionable el que los profesores excluyan a "los malos" (suena feo, ¿verdad?) Marina cae en una flagrante contradicción:

Si pide "que sean los propios docentes los que fomenten la exclusión de los malos profesores, porque desde fuera es muy difícil de detectar" (sic). Reconoce pues que es difícil la detección a través de una evaluación externa y por otra parte propone esa evaluación para condicionar el sueldo.

Pero quien ha respondido maravillosamente a Marina es Luis Enrique Ibáñez en su blog sobre Lengua y Literatura de bachillerato ... y otras cosas:

“Ha empleado usted la misma estrategia perversa que desde hace ya años ha utilizado el sistema de Poder: inocular en la conciencia de la población ese maldito complejo de culpa para así ocultar los problemas reales, la estafa real, hemos sido malos, inútiles, debemos pagar por ello...”
El texto completo no tiene desperdicio. Se puede obtener en:

Otro sopapo, José Antonio Marina y los profesores

Y portada de eljueves:




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