jueves, 10 de julio de 2014

La objetiva arbitrariedad de las oposiciones

Diferencias abismales entre los tribunales
Si se sabe lo que ocurre a los demás, sabremos entendernos mejor. En las oposiciones para el profesorado de E. secundaria de la Comunidad de Madrid se están produciendo lo que con toda sencillez se ha llamado siempre una injusticia, un indignante atropello. Puesto que no nos va nada en ello, los que no tenemos nada que ver con el proceso, podemos alzar la voz simplemente por conservar la dignidad de los profesionales que somos o hemos sido.
Muchos consideran que el método de selección de profesorado y el de los funcionarios en general, el llamado concurso-oposición, es como la democracia, el menos malo de los sistemas. Caben todo tipo de opiniones al respecto. No cabe duda de que tendrá sus ventajas y sus inconvenientes. Pero decir que se trata de un método bastante objetivo y que ofrece las mismas oportunidades a todo el mundo. Eso ya es más que cuestionable.
El conjunto de opositores o aspirantes se distribuyen en un cierto número de tribunales que se encargan de calificar las pruebas realizadas. En la presente convocatoria y en alguna especialidad se ha llegado a más de treinta tribunales. El reparto del número de aspirantes es equilibrado y, tras el sorteo de una letra, se produce la asignación.
Una vez realizada la primera fase con las correspondientes pruebas teóricas y prácticas, se han obtenido unas calificaciones que tienen carácter eliminatorio. Es necesario alcanzar un cinco para pasar a la siguiente fase. Y aquí viene la verdadera "prueba" de objetividad y equidad: En la especialidad de Geografía e Historia han alcanzado el aprobado entre 1 y 21 aspirantes, según el tribunal. Sí, así de sorprendente: en un tribunal ha aprobado un aspirante y en otro veintiuno. No obstante, se podrían considerar como casos extremos por la diferencia en el número de aspirantes efectivamente presentados, un menor número de asignados, etc. Pero si se observan los resultados en el resto de los tribunales, la conclusión es todavía más clara. En varios tribunales han aprobado dos aspirantes, en otros 12... ¿Cómo son posibles estas diferencias?

El azar del apellido


La distribución de los opositores se hace por orden alfabético de apellidos. De no creer que el apellido condiciona la sabiduría, ¿a qué se debe tamaña diferencia? ¿A la distinción que supone un rancio abolengo, al la heráldica de un escudo, soporte físico del blasón? ¿A la inspiración que ofrecen los antepasados por vía telepática?
No hace falta ser un experto en la ciencia estadística para entender que cualquiera de las medidas de dispersión o cualquier variable que mida el efecto del azar va a arrojar un resultado evidente: las diferencias entre los opositores se deben, entre otros factores, al tribunal que les ha tocado "en suerte". Por lo tanto se puede concluir que los criterios de calificación no son uniformes y que el sorteo de la letra del apellido ya condiciona el resultado. O sea, que la arbitrariedad que se comete es objetiva.
Algunos habituales de la oposición nos han comentado que esto es normal, que pasa todos los años. Pues no salgo de mi asombro. ¡Y yo que creía haberlo visto todo!

Más trascendencia de la que parece


Y lo peor no es que accedan a la función pública los seleccionados con mayor facilidad en unos tribunales que en otros, lo peor es que este año el resultado va a condicionar el futuro trabajo de todos los que se presentan. Las listas del profesorado interino para cubrir las vacantes o las sustituciones se van a confeccionar en el orden que determinen fundamentalmente estos "objetivos" resultados. Los que no hayan aprobado es probable que lo tengan "muy crudo", incluso si llevan años trabajando y han sido reconocidos por sus alumnos, los padres satisfechos con su labor y sus propios compañeros que los ven trabajar día a día. Pero, ¡claro! esto no es "objetivo". Los responsables de la política educativa de la Comunidad de Madrid se han cebado especialmente con el profesorado desprestigiándole en varias ocasiones al sacar a la luz respuestas disparatadas en ciertas pruebas o al decir que son unos "vagos" por trabajar menos horas que otros colectivos, cuando es bien sabido que no es cierto. Parece como si se vengaran de los que tanto protestaron hace unos años por defender la enseñanza pública, la que tanto deterioro está sufriendo con las actuaciones de una Consejería que se considera así misma pionera (es preferible no comentar de qué lo es en realidad).

Colaboracionismo necesario


Algo que duele, además de indignar, es que los miembros de los tribunales, colaboradores necesarios de esta arbitraria forma de actuar, son los mismos que pasaron por el penoso trance de una oposición, probablemente en mejores condiciones (más plazas, menos escollos...). Son parte del profesorado, por lo que saben lo que se juega y conocen el terreno de juego. En vez de servir de colchón, de amortiguador, muchos se ensañan, suspenden con ese sentido del poder que tanto satisface a los deficientes morales que siempre han estado bajo la bota del poderoso y ahora, como nuevos ricos, presumen de la sabiduría que cualquiera podría demostrar como limitada (como no puede ser de otra manera). Mucho enseña la anécdota de que el presidente de un tribunal de Biología, haciendo gala de un sentido del humor de dudoso gusto, responda ante la demanda de ir al servicio de una aspirante, que "no quería ser causante de una prostatitis o de una cistitis". No cabe duda de que un biólogo y cualquier persona culta sabe de la ausencia de próstata en las mujeres, pero ¿Qué dirían si el comentario -sea por error o ironía- lo hubiera hecho un aspirante? Pues que la Sra. Figar lo llevaría a los medios de comunicación. Y, lo que es peor, muchos de los "nuevos ricos de poder" que forman parte de algunos tribunales, lo comentarían desde su sabiduría sin fisuras. La anécdota no es un invento, ocurrió realmente y conozco personalmente a uno de los testigos (digno de todo crédito).
A estos poderosos colegiados de los tribunales que se excusan en el cumplimiento del deber y que, sabiendo de las enormes diferencias de criterio seleccionan sin piedad, cabría recordarles que si hubieran aprobado un número mayor, permitirían al menos a muchos entrar en las listas de profesorado interino, aunque lógicamente en el orden que determinara el nivel de aprobado. Pero eso no les importa. Dirán que así acaban antes, que les piden que abrevien, que para lo que les pagan... encima se quedan sin vacaciones... y se defenderán diciendo que ellos no tienen la culpa de los desajustes provocados por una administración incompetente. Y puede que tengan otras razones, incluso de peso, pero no podrán sustraerse a que son colaboradores necesarios de la tropelía de este año.

Es mucho lo que se juega, como para no intentarlo


Tal vez sea una quimera un sistema que garantice la igualdad de oportunidades y que seleccione a aquellos profesionales que mejor podrían desempeñar la función docente. Si se observara su tarea a lo largo de un período de tiempo (como en la obtención de especialidades por los médicos) es posible que se tuvieran más datos relevantes para efectuar una selección adecuada. Incluso con el sistema actual se podría, al menos, mejorar la homogeneidad de los criterios. Pero ¿existe realmente interés en mejorar las condiciones del profesorado desde su selección inicial? A la luz de lo que ocurre, lo más probable es que este sistema sea escogido por ser el más barato, aunque la objetiva arbitrariedad salte sin que nadie la cuestione; salvo tal vez los sufridores opositores a los que siempre se les tachará de ser subjetivos por estar implicados. Esperemos que no se olviden de lo que ahora viven, cuando les toque en el futuro ser miembros de tribunales. Desde aquí y para todos, BUENA SUERTE.